Lorena Correa - Comunicadora Gráfica. Mgtr. en Cultura y droga.

Comunicadora Gráfica. Mgtr. en Cultura y droga.

¿Se puede dejar de sufrir?

¿Se puede dejar de sufrir?

Sabemos que todos los seres humanos hemos atravesado momentos de dolor en nuestras vidas. Todos, en algún punto, nos hemos enfrentado a situaciones difíciles que nos han hecho sentir vulnerables. Sin embargo, es importante entender que el dolor y el sufrimiento no son lo mismo. Muchas personas sufren por problemas familiares, económicos, sentimentales, entre otros. Aunque a veces no lo parezca, todos vivimos el sufrimiento de alguna manera.

Podríamos pensar que el sufrimiento es inevitable, que se escapa de nuestro control, pero no es así. Lo que no podemos evitar es el dolor. Forma parte de nuestra naturaleza humana, de nuestro sistema emocional, y cumple una función. El sufrimiento, en cambio, aparece cuando ese dolor nos desborda y no sabemos qué hacer con lo que sentimos. Por eso, lo que hacemos con nuestras emociones es lo que hace la diferencia. El dolor tiene una labor fundamental en nuestra vida, y es nuestra responsabilidad abrirnos al proceso de sentir para descubrir cuál es su mensaje, según la situación que cada quien este viviendo.

En internet es común encontrar frases inspiradoras de guías o líderes espirituales sobre este tema. Una muy conocida es la de Buda: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”. Para algunos puede tener sentido inmediato; para otros, puede parecer confuso o difícil de aplicar. ¿Cómo dejamos de sufrir? ¿Cómo encontramos el significado del dolor en nuestras vidas? Estas frases pueden ser una luz en medio de la oscuridad, pero la pregunta más importante es: ¿cómo las volvemos una realidad?

A veces nos vemos atrapados por emociones como la tristeza, la rabia o el resentimiento. En esos momentos, parece imposible no sufrir. No nos damos cuenta de que todas esas emociones, y el dolor que conllevan, tienen un sentido: son energía en movimiento que busca transformarse. Están ahí para que podamos crecer, recordar lo que hemos olvidado: nuestro poder interior.

Todos nacemos con un propósito, reconocer nuestro poder interior y todo lo que vivimos tiene la misión de llevarnos a esto. Cada experiencia, buena o difícil, tiene sentido. Pero muchos no lo saben. Pensamos que simplemente nos pasan cosas malas, que sufrir es parte normal de la vida o que la vida es horrible porque nos pone a sufrir. Ahí es donde perdemos el rumbo.

Y aunque parezca complejo, la solución es simple: aceptar. Aceptar tanto lo que sucede afuera como lo que sucede adentro, lo que sentimos. Esa es la decisión que nos permite experimentar lo que sea que estemos sintiendo sin quedarnos atrapados en el sufrimiento. No significa dejar de sentir. Al contrario, se trata de vivir las emociones como vienen, reconocerlas, permitir que nos atraviesen y dejar que su mensaje emerja en nosotros. Así, poco a poco, conectamos con nuestra fuerza y construimos una barrera natural frente al sufrimiento. Dejamos de tener miedo a sentir. Nos volvemos más fuertes, más sabios. Pero no porque dejemos de sentir,  sino porque dejamos de luchar en contra de lo que sentimos.

Es muy importante también darse cuenta que aceptar no es resignarse. No es lo mismo. La aceptación trae paz, apertura, comprensión. La resignación, en cambio, es otro tipo de sufrimiento disfrazado. Es acostumbrarse al dolor sin hacer nada con él. 

Si miramos de cerca, muchas de las situaciones que nos generan sufrimiento tienen algo en común: nos están empujando hacia un cambio. Pero el miedo y la resistencia al cambio son tan enormes, que queremos siempre aferrarnos a lo conocido antes que aventurarnos a la experiencia de lo nuevo con apertura. Como si no viviéramos en una realidad cambiante por naturaleza, esto genera sufrimiento porque si lo observamos es una acción sin ningún sentido.

Por eso, cada uno tiene que elegir: quedarse en el mismo ciclo de dolor, sufrimiento y resignación, o abrirse a lo que la vida quiere mostrarnos a través de eso. Porque la vida, cuando nos dejamos abrimos a ella, nos termina mostrando caminos que nunca hubiéramos podido imaginar.

Pero entonces sí, puede sonar bonito. Pero ¿cómo se aplica esto en la vida real? Nuestra mente a veces nos sabotea. Nos dice que no se puede, que es imposible dejar de sufrir que como vamos a aceptar lo que pensamos que es inaceptable, el dolor. Pero no es verdad. Es totalmente natural sentir dolor, tristeza, rabia, miedo, ansiedad. Lo que no es natural es quedarnos estancados en esas emociones. Y resistirnos a ellas es precisamente lo que nos atasca en ellas. Lo que nos libera es vivirlas con conciencia, saber que van a pasar, que traen algo con ellas, y que relacionarnos con ellas desde la consciencia nos va a permitir conectar cada vez mas con el poder que tenemos sobre nuestro mundo interior. 

La vida siempre se mueve hacia adelante. Nos lleva a experiencias nuevas constantemente, siempre se esta moviendo. El pasado o el futuro, lo que fue o lo que será solo existe en la mente, y es nuestra decisión si lo usamos para aprender a conectarnos con la experiencia presente que si o si va a cambiar o si arrastramos el peso del apego y el miedo a sentir como una carga. Aferrarnos a que las cosas sean de determinada manera nos ata al sufrimiento, vivir desde el presente aceptando todo lo que es nos libera.

Sé que esto no es algo que sea muy fácil de hacer. Pero también sé que si tenemos la voluntad de hacerlo lo podemos hacer. Y vale la pena. Porque lo que podemos encontrar cuando nos atrevemos a vivir desde la consciencia en la experiencia presente es hermoso, es encontrarse con el sentido de la existencia. Experimentar la vida e influir conscientemente en ella.

Por eso estoy creando este espacio. Para acompañar, para compartir lo que en su momento fue valioso para mí y que puede serlo para muchos. Para que cada quien, desde su propio proceso, recuerde que el propósito no es un lugar al que se llega afuera sino adentro, es un estado interno. Es estar abiertos a ser atravesados por la vida y permitir que cada experiencia nos transforme desde adentro.



Rediseña la perspectiva desde dónde experimentas la vida.