Lorena Correa - Comunicadora Gráfica. Mgtr. en Cultura y droga.

Comunicadora Gráfica. Mgtr. en Cultura y droga.

Estados expandidos de consciencia

Estados expandidos de consciencia

Cuando hablamos de estados expandidos de consciencia, nos referimos a experiencias en las que, mediante técnicas específicas de respiración o el uso de ciertas sustancias psicodélicas, nuestro cerebro entra en un estado poco común conocido como "cerebro entrópico". En nuestro estado habitual de consciencia, el cerebro opera de forma bastante ordenada: unas pocas redes neuronales son las protagonistas de nuestro pensamiento, entre ellas, la red neuronal por defecto. Esta red es la encargada de sostener la idea de quiénes creemos que somos, nuestras creencias, narrativas, patrones de comportamiento, y todas esas estructuras mentales que nos permiten funcionar en el día a día sin colapsar.

Pero también, al mismo tiempo, hay una gran cantidad de redes neuronales que permanecen inactivas. Esto es completamente normal: si todas estuvieran encendidas al mismo tiempo, nuestra percepción de la realidad se volvería extraña, abrumadora e incluso incoherente.

Sin embargo, en un estado expandido de consciencia, este orden neurológico cambia radicalmente. La red neuronal por defecto reduce su actividad y deja de tener el control absoluto. En ese momento, se activan muchas de las redes que normalmente están apagadas. Ese movimiento interno, ese encendido de nuevas conexiones, es lo que se conoce como el fenómeno del cerebro entrópico.

Lo que sucede entonces es que se abre una ventana a todo lo que habita dentro de nosotros, pero que suele estar fuera del alcance de nuestra mente consciente. Es una especie de acceso directo a lo inconsciente. Se despierta información emocional, memorias, sensaciones, ideas y perspectivas que no sabíamos que teníamos, o que simplemente habíamos olvidado.

Este acceso no se da desde la lógica, sino desde una experiencia desde el sentir. Imágenes, intuiciones, emociones profundas. En ese estado, la barrera entre lo consciente y lo inconsciente se debilita y eso nos permite reconocer y traer a la superficie aspectos de nuestra historia interna que han estado guardado o silenciados.

Sin embargo, la parte más poderosa de esta experiencia es lo que viene después, porque cuando el estado expandido de consciencia termina, el cerebro no vuelve exactamente al punto de partida sino que queda con una neuroplasticidad activa. Esto significa que está en una especie de estado blando, moldeable. Es como si el sistema operativo estuviera listo para ser actualizado.

Y aquí es donde tenemos una gran oportunidad: reprogramar. Podemos tomar esa información que salió a la luz, revisarla y decidir con más claridad qué queremos conservar, qué ya no nos sirve, y desde qué lugar queremos seguir experimentando la vida.

Una buena manera de entender este proceso es imaginar que estamos organizando nuestro clóset. Sacamos todo lo que hay dentro: ropa que usamos, cosas que ya ni recordábamos que teníamos, prendas viejas, objetos acumulados. Al ver todo eso afuera, podemos por fin elegir. Decidir qué se queda, qué se va, y qué simplemente necesita un nuevo lugar. Así funciona el cerebro tras un estado expandido de consciencia: nos da la posibilidad de reordenar, de elegir conscientemente y de dejar de actuar en automático desde programaciones y condicionamientos que no son nuestros.

Estos estados no son escapes ni fantasías, son portales hacia una posibilidad de transformación profunda desde adentro. Nos muestran que tenemos dentro de nosotros mucho más de lo que creemos, que hay información emocional y mental valiosa esperando a ser reconocida. Y cuando podemos verla, nombrarla y ubicarla, podemos también soltar, sanar y evolucionar.

En un mundo que nos lleva constantemente hacia afuera, hacia el ruido, hacia el hacer sin pausa, vivir un estado expandido de consciencia es una forma de regresar. Regresar a nosotros, a lo que hay escondido, a lo que pide atención. Y desde ahí, elegir. Porque al final, tener la posibilidad de elegir desde la consciencia es uno de los actos más poderosos que podemos hacer por nuestra transformación personal.

Ahí empieza, quizá, una nueva forma de habitarnos.



Rediseña la perspectiva desde dónde experimentas la vida.


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